domingo, 27 de noviembre de 2016


Venidos a Menos
 
 
Dicen que las cosas pasan por algo y que si no pasan, también es por algo.

Hace exactamente tres años cogía una pequeña maleta y huía a Madrid; la capital siempre me sorprende y esta vez no sería para menos. Buscaba esa señal que me dijera hacia donde ir y que camino escoger. Me sentía anclada en una rutina que poco me hacía sonreír.

Hacía varios años que por mil motivos y mil excusas no iba al teatro, nunca era el día, nunca era el momento, nunca tenía tiempo para mi… Y de repente allí estaba, en busca de mi butaca; impaciente, nerviosa, expectante, con esa sensación de que algo increíble iba a pasar.

Había conseguido primera fila y sin numerar, qué tontería ¿verdad?. Hasta eso me pareció una señal de que allí debía estar. Cuando me creí calmada, unas voces entre bambalinas daban comienzo al show. Sssshhh que empieza y ¡¡esta vez se pueden hacer fotos!!!

Conversaciones entre dos amigos sobre recuerdos de la infancia, política, sexo y religión a ritmo de unas atrevidísimas canciones de letras más que originales. No creía estar escuchando lo que escuchaba ni estar riéndome de tales barbaridades. He de reconocer que miré a mi alrededor para asegurarme de que no era la única   que reía, pero a la tercera canción me olvidé del mundo  y reí; reí sin más, a carcajadas, lloré incluso y pensaba que la mandíbula me dolería por días.
 
Durante los 90 minutos que duró el show no pensé en nada, mi risa y la de cada butaca no dejaba espacio a problemas ni preocupaciones, las carcajadas ocupaban todo los rincones de mi mente y simplemente me dejé llevar por la guitarra y el cajón que acompañaban cada canción, entre una y otra había hueco para algún chiste, baile coreográfico e incluso clases de "sevillanas". No puedo definirlo como un algo sino como un todo perfectamente enlazado.

Un espectáculo de lo más completo y sorprendente que también deja lugar a la improvisación e interacción con el público. Y no hay nada que me seduzca más  en el teatro que romper esa cuarta pared en la que cada butaca se convierte en cómplice por unos instantes.

Salí de aquel pequeño teatro eufórica, con ganas de volver a entrar. Ni la mejor de las coca-colas en botella de cristal me había ofrecido un subidón igual. 

En la maleta de vuelta me traje muchas cosas, una de ellas y la más importante, mi vocación oculta y con ella las inmensas ganas de saborear la vida, porque os puedo asegurar que la risa es la mejor medicina.

Cuántas veces había ido antes al teatro y nunca había verbalizado mi pensamiento constante de me encantaría estar ahí encima. Ese día mi pensamiento se convirtió en palabras y no hacía ni una pizca de viento.

Durante estos tres últimos años he seguido disfrutando del teatro y por supuesto de Venidos a Menos  porque el show que vi aquella noche supe desde el principio que era algo más que 90 minutos de mi vida. Me ha regalado muchas más noches de risas descontroladas; porque si algo tiene es que engancha pero os aseguro que no habrá dos noches iguales. De ellas os contaría mil anécdotas, sólo os haré una pregunta ¿En alguna ocasión, durante una función, os han sacado del W.C., literalmente?

Pablo Puyol y David Ordinas durante este tiempo han llenado teatros por todo el país con Venidos a Menos, creado por ellos mismos, de principio a fin, dirigido por Miguel de Ángel y producido por Lorena Toda. Una función increíblemente divertida y gamberra que recomendaría hasta la saciedad.

Madrid y Valencia han hecho posible que acuda al teatro a verles más de 20 veces y ni una sola vez me han dejado de sorprender. Integrar en el espectáculo cualquier cosa que pueda estar pasando en el patio de butacas, hace que cada actuación tenga su toque especial.
 
Tantas noches de teatro y risas me han dado la oportunidad de conocer gente maravillosa con la que compartir "locura" teatral.

En esta ocasión la  objetividad tambalea por el gran cariño que a día de hoy les tengo, pero no puedo evitar decir que Pablo Puyol y David Ordinas son increíblemente geniales.

Hace unas semanas se despedían pero sé que esto no quedará en un cajón y en cuanto menos nos lo  esperemos amenazarán con volver y, como no, allí estaré.

Gracias mil por crear este show, por tantas noches de risas y carcajadas descontroladas, por vuestro tiempo y por ser inmensamente generosos. 
 
 
 
 
"Os he contado que yo vivo del arte y eso no es fácil pero soy feliz con mi elección... este oficio a veces puede ser un sin vivir, aún así disfruto estando aquí".


La Butaca de Cristal