lunes, 30 de mayo de 2016

El Discurso del Rey


EL DISCURSO DEL REY
de DAVID SEIDLER
Dirección Magüi Mira

 
 
 

Mis sensaciones emergen mucho antes de que inicie cualquier obra, ignorando si lo que voy a ver va a ser de mi agrado o todo lo contrario. No puedo evitar ese deseo exagerado de que dé comienzo la función, incluso cuando todavía estoy en busca de mi butaca, la cuál  me acompañará durante un par de horas. Quién sienta pasión por el teatro, me entenderá.

El Discurso del Rey me llevó al Teatro Olympia de Valencia en busca de mi butaca de Cristal. Ya puedo adelantar que una de las mejores que he podido disfrutar.

La luz desaparece para dejar paso a una oscuridad protagonista durante unos intantes,  protagonismo roto por la voz emergente de una radio que nos comienza  a introducir la importancia del poder de la palabra. En ese instante en el que dicha radio es el centro de atención, un foco ilumina intensamente la desnudez de Bertie (Adrián Lastra), tan evidente de cuerpo y alma.

La función teatral gira en torno a él, quien tras la muerte del Rey (Ángel Savín), tendrá que conquistar no sólo el poder de la voz, sino tomar el control real por la falta de cordura de su hermano David (Gabriel Garbisu), principal heredero, enamorado de una mujer llamada Wallis (Lola Marceli), poco conveniente para la realeza. Con la ayuda de un terapeuta muy peculiar llamado Lionel Logue (Roberto Álvarez) y el amor incondicional de su mujer Isabel (Ana Villa) alcanzará la corona a través de la amistad, el amor y la perseverancia por la palabra, tomando finalmente el poder como rey.

Podría dar mil y un detalles de la función, pero me gusta mucho más sintetizar y centrar mis palabras en las emociones que sentí al levantarme de aquella butaca tan maravillosa.

Sentí que la belleza era infinita en cada escena, sentí el amor verdadero de Isabel, sentí angustia, fustración, impotencia con Bertie. Sentí tantas cosas que volvería a aquella butaca sin duda alguna.

"Ser o no ser. Ese es el dilema.
¿Qué es más digno para el alma?
 Sufrir resignadamente la crueldad de la desgracia, o
haciéndole frente acabar con ella?..."
 
LA BUTACA DE CRISTAL